jueves, 4 de marzo de 2010

El valor de la dignidad.

E. U. G.
He comprendido en estos días que mi opinión tiene peso. Un peso insoportable para la contrarrevolución; mi opinión --no la magnifico, es solo eso--, tiene el soporte de mi prestigio intelectual y ético. Un prestigio sin aspavientos, que no se anuncia, que nadie debe exagerar, que nadie puede ignorar. Ciertos intelectuales que han transitado velozmente hacia una derecha fascistoide quieren hacer creer que los intelectuales cubanos somos pusilánimes, cobardes o simplemente descreídos y cínicos como ellos. Cuando tropiezan con alguno que es todo lo contrario --y tropiezan a menudo--, tratan de lisonjearlo, de comprarlo, de amansarlo. Envían mensajes envenenados de confraternidad. Si fracasan, tratan de aniquilarlo. Que yo me halle en el estadio del aniquilamiento --del infructuoso intento de aniquilamiento--, es un homenaje. Casi todos los blogs de la seudo-intelectualidad contrarrevolucionaria recibieron la orden y casi todos obedecieron solícitos. Bienvenidos sean esos ataques personales, que poco se diferencian de los comentarios que transcribí en un post anterior: aquellos son groseros en su forma y abiertamente fascistas en su contenido; estos son más elaborados, y sibilinamente fascistas. He comprendido que me leen con atención. Temen que la diginidad sea un virus contagioso. Pero sobran los intelectuales dignos en Cuba. Y es imposible aniquilarnos o amedrentarnos.
P. D. Pero lo importante es que nadie puede rebatir los argumentos de la Revolución cubana, que son los míos --no hay contradicción en ello--, que el artículo de Granma y las imágenes de la televisión fueron un mazazo contra la hipocresía de una campaña fundada en el odio. Los ataques a mi persona son manifestaciones de impotencia.
Espístola de un amigo (del escritor Antonio Rodríguez Salvador)
Otra espístola solidaria (del escritor Jorge Ángel Hernández Pérez)
Los argumentos de la "disidencia".

2 comentarios:

  1. Lo fundamental amigo mío, es que los que estamos de este lado ideológico, hemos abandonado el ego la idea del yo, por la idea del nosotros…, es el camino para ser verdaderamente libres.

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  2. Ubieta: Tu nota me recuerda aquella vez que uno de esos sujetos a que aludes no tuvo otra que confesar, desarmado, que le tenía una mala noticia al avispero de Miami, cuando se enteró de que uno de nuestros intelectuales dignos había asumido una responsabilidad desde donde seguir dándoles guerra. Por su puesto que tu opinión tiene peso, porque es inteligente y nace de los argumentos, no del pataleo histérico al que ellos acostumbran.

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