domingo, 7 de agosto de 2011

Los enemigos no se pueden escoger.

Daniela Valdés
Todavía resultan risibles la mayoría de los “análisis políticos” que se hacen en Miami, a pesar de su nula variación en las últimas cinco décadas. Pareciera que la táctica ahora es mostrar distancia de las posiciones más extremas de la derecha recalcitrante, pero a la vez, coincidir con ellos para explicar y justificar sus constantes fracasos, aunque haya que apropiarse de cualquier festinado pretexto. Es como si por decir “ya yo cambié, ahora soy moderado, ya no soy de derecha”, esas mágicas palabras a lo Harry Potter, convencieran sin necesidad de demostrar.
Desde hace muchos años esos “intelectuales” tratan de hacer creer hasta la acidez –no la saciedad–, que su derrota en Girón se debió a que JFK, a última hora, no autorizó el empleo de la US AIR FORCE en la agresión, como si los miles de milicianos que defendieron su tierra, asistieron a aquel combate atados de manos y sin amor. Solapadamente sugieren que la criminal “Operación Peter Pan” tuvo complicidad de Cuba y no fue un exclusivo y macabro invento de la CIA. Insisten que los millones de cubanos asistentes a la Plaza convocados por Fidel, lo hicieron obligados por otro millón de milicianos armados, o que los millones de cubanos que en varias decenas de ocasiones han asistido a las urnas para elegir de forma secreta y por vía directa, no quieren el socialismo y votan por miedo, bajo amenaza.
La FNCA no reafirmó su condición de organización terrorista por los antecedentes juveniles de sus integrantes, sino porque sus muy encanecidos Directores, aliados con Posada Carriles, hace muy pocos años ordenaron y subvencionaron las bombas colocadas en La Habana, con destrucción, sangre y muerte como resultado.
Ofende la verdad y el conocimiento esa interminable sarta de estupideces y engañifas. Con esos presupuestos no se puede decir que se está haciendo una política nueva y seria Si de verdad hay honestidad y valentía, con sinceros y no interesados deseos de edificar, hay que comenzar por descartar esas groseras manipulaciones. Si se quiere evitar el prolongado sufrimiento o la metástasis, los tumores se extirpan de raíz.
Quienes ostentan mucho dinero y además pueden exhibir que es bien ganado y presumen de liderazgo de opinión, deberían comenzar por hacer inversiones para excluir a los Almirantes de micrófonos, que con mayúscula cobardía, pretenden que otros les hagan sus guerras. De paso, deberían barrer a los vividores legisladores, que de la politiquería barata quieren hacer un arte.
Propónganse captar los votos de los nuevos emigrados para que estos puedan barrer a los seis hampones de origen cubano en el Congreso y no se engañen más pretendiendo que se conviertan en “exiliados”. Utilicen los mecanismos financieros de la dudosa “democracia política” de EE.UU. para enfrentar los jugosos PAC que sostienen a todos los anticubanos en el legislativo de ese país.
Estas son simples y humildes ideas para limpiar el camino que permitiría avanzar. Aunque es una tarea larga, dura y difícil, no es quimera imposible. La mayoría de los cubanos la iniciaron hace años y todavía se mantienen renovando el empeño. Tampoco son condiciones, pero es el mínimo imprescindible para mostrar realismo y en el futuro no existan más cubanos obligados a reconocer que han vivido “gran parte de sus vidas en el error”.
Es cierto que nadie puede presumir de poseer el monopolio de la verdad absoluta, pero soberanía, independencia e igualdad de condiciones en las relaciones es el mínimo vital. Todos sabemos quienes se oponen hace más de 200 años y a quienes utiliza en la actualidad.
Cuba lleva más de 50 años cambiando. ¿Acaso Revolución no es transformación profunda? Llena de vitalidad e ideas hoy se propone seguir cambiando. Sin traicionar principios, su imaginación y creatividad no tiene límites.

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