lunes, 22 de septiembre de 2014

A propósito de Cuba y la colaboración internacional (I)

Nicaragua, 1999, después del Mitch. En la foto aparece el editor de este blog, junto a un médico cubano
José Luis Rodríguez
La colaboración internacional brindada por Cuba a otros países es un tema cuyo análisis objetivo no abunda en los medios de casi todo el mundo. Sin embargo, en los últimos tiempos han aparecido referencias al tema en diversos trabajos que cuestionan el cobro de servicios a un grupo de naciones que se encuentran en condición de compensar sus elevados costos. Da la impresión de que este tipo de consideraciones busca trasladar la imagen de que el país persigue ganancias millonarias con la asistencia médica o educacional que brinda a otros pueblos, o que trata de adquirir influencia política a cambio de esos servicios.
En este sentido, resulta importante recordar que tras el triunfo de la Revolución cubana ha habido pruebas, durante más de 50 años de vocación humanista y solidaria, que desmienten otras interpretaciones con las que se pretende juzgar la comercialización de servicios de fuerza de trabajo calificada que el país exporta en la actualidad.
Desde que Cuba formó una brigada médica para ayudar a las víctimas de un fuerte terremoto que azotó Chile en 1960 –en medio de la deserción masiva del 50% de los del país que marcharon a los Estados Unidos– hasta el pasado año, el país envió 836 142 civiles a 167 naciones diferentes como ayuda para enfrentar graves carencias, especialmente en la esfera de la salud. De esa cifra actualmente permanecen trabajando más de 64 362 especialistas en 91 países, unos 48 270 como personal de salud, incluyendo alrededor del 20% de los médicos del país.
Durante los primeros años de la Revolución, la asistencia médica se otorgó prioritariamente a aquellos países que luchaban por su liberación y que –a su vez– presentaban situaciones sanitarias críticas. De tal modo, dos de las brigadas médicas más importantes de aquellos años se dirigieron a Guinea y Tanzania. Esa línea de acción en África se extendería hasta los años 70 y 80 del pasado siglo, con una participación destacada de nuestro personal médico en Angola y Etiopía.
En los años 90 se estableció el Programa Integral de Salud, mediante el cual se dio un enfoque más efectivo a la asistencia brindada por Cuba, incluyendo los medicamentos, equipos médicos y preparación de personal.
Los desastres naturales a partir de los huracanes que azotaron Centroamérica y Haití en 1998-99, así como las inundaciones en el estado de Vargas, en Venezuela, generaron el despliegue de brigadas médicas cubanas integradas por cientos de especialistas que posibilitaron una mayor eficiencia en el trabajo asistencial.
Una estructura más especializada en el enfrentamiento emergente a desastres naturales se creó con la Brigada Henry Reeve en 2005, que ofreció sus servicios al gobierno de los Estados Unidos para enfrentar los efectos del huracán Katrina en Nueva Orleans. Este ofrecimiento inicial no fue aceptado pero la brigada cumplió hasta el 2012 doce misiones en diferentes países, especialmente en Pakistán, con 2 250 efectivos para hacer frente a las consecuencias de un fuerte terremoto, y nuevamente debido a un terrible huracán en Haití, con 923 participantes en 2010-2011.
En lo referido a la preparación del personal médico por parte de especialistas cubanos, entre 1976 y 2005 Cuba fundó escuelas de medicina en Yemen, Guyana, Etiopía, Uganda, Ghana, Gambia, Guinea Ecuatorial, Haití, Guinea Bissau y Timor Oriental. A ello se añadiría la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en 1999, que ha graduado a más de 20 mil médicos desde entonces, y el Programa de Formación de Médicos venezolanos, que tenía una matrícula de 30 mil jóvenes en 2012, entre los proyectos de mayor envergadura.
Además de todo lo anterior, en el ámbito de la colaboración internacional brindada por Cuba no puede pasarse por alto que también en la esfera de la educación se ha brindado una importante contribución. Basta señalar los más de 1 200 maestros que enseñaron en Nicaragua a inicios de los años 80 y los 21 mil profesores que integraron el Destacamento Pedagógico Internacionalista Che Guevara para impartir docencia entre 1978 y 1984 en Angola. A ello habría que añadir la implementación del método de alfabetización “Yo sí puedo”, que ha beneficiado al menos a 8,1 millones de personas en 29 países.
Hasta 2004 todas estas misiones fueron asumidas mayoritariamente con recursos aportados por Cuba. De tal forma, siguiendo la metodología empleada entonces para calcular la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), se estimó que en los años 80 Cuba destinó a ese objetivo el 0,72% de su PIB, cifra que se elevaría al 2% en 2004, muy por encima del compromiso de 0,7% asumido por los países más desarrollados del mundo, pero escasamente cumplido solo por un pequeño número de ellos.
La enorme magnitud de ese esfuerzo fue valorada en diciembre de 2004 cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, propuso que la masiva asistencia médica que Cuba brindaba a su país desde años anteriores pasara a ser un bien transable y –por tanto– fuera compensada monetariamente a partir de los recursos de Venezuela como país petrolero.
Fue a partir de esa decisión cuando –tomando en cuenta el monto de los recursos que ya se empleaban en el caso venezolano, y considerando las favorables condiciones económicas de ese país– se comenzaron a cobrar en una magnitud importante los servicios médicos brindados por Cuba, así como otros servicios en las esferas de la educación y el deporte básicamente. (Continuará)

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